Si queremos que nuestros hijos no se conviertan en personas tiranas, soberbias,intolerantes…Si queremos que nuestros hijos sean educados, respetuosos, buenas personas y, en definitiva, que sean felices y valoren el esfuerzo que hacemos como padres deberíamos tener en cuenta y poner en práctica el siguiente decálogo.

Decálogo para que un niño sea feliz

1. Establecer unas normas y límites. En casa, las personas que mandan son los padres. No los niños. Tienen que aprender a respetar las normas y las consecuencias de no hacerlo. Vivimos en una sociedad en las que todos tenemos que respetar unas pautas (en el trabajo, en la calle, en las tiendas, en los colegios…) Ellos tienen que ver que igual que los adultos tenemos unos límites, ellos también tienen que tenerlos. Y para que lleguen a ser adultos y las respeten tienen que aprender a hacerlo desde pequeños.

2. Saber decir no. No se puede dar todo lo que ellos piden o quieren. Tienen que aprender que conseguir algo requiere un esfuerzo. Y sobre todo que las cosas no se tienen en el preciso momento en que ellos quieren y como ellos quieren. Hay recompensas que llegan a largo plazo y hay que saber esperar con paciencia.

3. Fomentar su autonomía. Cada uno puede realizar una seria de tareas adaptadas en función de su edad. En casa todos somos iguales y todos tenemos unas tareas asignadas que cumplir. Con ello no solo les enseñamos a colaborar y valorar el esfuerzo, sino a ser autónomos, independientes y a que ganen seguridad.

4. La tecnología no es el primer recurso al que hay que acudir para que el niño no se aburra, para que el niño coma, para que el niño no llore, para que el niño esté callado…Los niños tienen que saber qué se siente al estar aburrido y tienen que experimentarlo. No podemos tener a los niños todos los días ocupados con tareas. Cuando se aburren es el momento de enseñarles y fomentarles la creatividad para que piensen alternativas o juegos en las que entretenerse.

5. Una casa no es un restaurante con carta para que el niño decida que quiere comer, que le gusta y que no. Ofrézcale una dieta variada y equilibrada. La comida no se negocia y es decisión de los padres. 

6. Es más importante la calidad del tiempo que paséis con vuestros hijos que la cantidad. Aprovechar las horas de las comidas y cenas para interactuar y conversar, contaros que tal el día, que aprendan a expresar, a escuchar y a respetar turnos en familia. Que haya momentos de juego en familia (tardes de ver una película juntos, hacer actividades al aire libre, juegos de mesa, viajes…) 

7. No le quite nunca autoridad en presencia de sus hijos al otro progenitor,. Si no está de acuerdo se habla en privado después cuando ellos no estén delante. Hacerlo implica que los hijos aprovechen para chantajear y saber a quién tienen que acudir cuando quieran conseguir algo. 

8. No se hace un regalo como motivación para que estudie. Por aprobar un examen, una asignatura o el trimestre no hay que hacer un regalo. El regalo se hace cuando se ve que el niño se esfuerza, es constante, tiene un hábito de estudio…Y siempre cuando los padres lo hayan decidido no cuando el niño lo imponga. “Si apruebas todo te compro un iPhone”. Eso lo único que les enseña y fomenta es que su meta es conseguir algo material. El problema que tiene dar un premio es que se esforzarán para recibir esa recompensa y no porque hayan asimilado que aprobar es su responsabilidad. 

9. Enseñarles la base de una educación: saludar, dar las gracias, pedir las cosas por favor, disculparse….  y enseñarles a ser empáticos: no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Aquello que te hace daño, o te duele… no tienes que hacérselo a los demás.

10. No hablar a gritos: no elevéis el tono de voz para hablar con ellos. Los gritos lo único que provocan es que el niño se bloquee y no escuche nada de lo que se le está diciendo. Es mejor utilizar un tono de voz firme y serio. Sé que es complicado en muchas ocasiones ya que los niños son capaces de sacar de quicio y además intervienen otros factores: cansancio, saturación, niños muy movidos, que los hermanos se asocien en las travesuras… pero creerme que las voces no van a solucionar el problema. Al contrario,es un hábito que debemos hacer desaparecer. Gritar entrena a nuestros hijos a no escuchar hasta que se les levanta la voz. Cuanto más gritamos, más los entrenamos y más nos costará que obedezcan sin necesidad de elevar la voz.

Cada niño es un mundo pero os animo a poner en práctica este simple decálogo y os aseguro que podréis daros cuenta que vuestros hijos son más felices y vosotros al verlos a ellos también. Educar no es fácil y ser padres tampoco pero recordar que:

«El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.» Leon Battista Alberti

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